Historia
María Eugenia Mancipe López
Fundadora - Representante legal
Soy María Eugenia Mancipe López, una mujer de 62 años nacida en Bogotá. Mi vida ha estado marcada por desafíos y oportunidades que me han enseñado la importancia de la solidaridad y el compromiso con los demás.
Desde muy joven, enfrenté la pérdida de mi padre a la edad de 14 años, un acontecimiento que transformó la vida de mi familia. Mi madre, con seis hijos a su cargo, se trasladó a Bogotá para buscar un futuro mejor. Como hermana mayor, asumí la responsabilidad de apoyar a mi familia, lo que me llevó a trabajar y, a la vez, a continuar mis estudios. Logré culminar el bachillerato y posteriormente me gradué en Mercadeo en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, una experiencia que me abrió las puertas a diferentes oportunidades laborales en el ámbito de la publicidad y la televisión.
Sin embargo, mi vida no fue fácil. La tristeza y la falta de autoestima me acompañaron durante años, hasta que, a los 37 años, encontré la esperanza en un retiro de sanación. Este encuentro me permitió reconectar con mi felicidad y, con mi hijo de cuatro años a mi lado, decidí mudarme a Chía, Cundinamarca. Quería ser una madre presente y compartir momentos significativos con él, incluso si eso significaba asumir un trabajo más sencillo.
Los comienzos en Chía fueron difíciles. Intenté iniciar un negocio de comidas rápidas, pero enfrenté varios fracasos, incluidos embargos. Sin embargo, estos retos me fortalecieron y me motivaron a buscar formas de contribuir a mi comunidad. Con el tiempo, identifiqué la falta de programas que apoyaran a los niños y sus familias para superar la pobreza y fortalecer su bienestar espiritual. Así, el 28 de julio de 2001, con el apoyo de personas cercanas, fundé la Fundación de Infantes Misioneros aprobada por Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).
A lo largo de 24 años, hemos trabajado incansablemente para ofrecer el programa gratuito llamado “Mercadeo social integral para la superación de la pobreza, espiritual y material de los niños y sus familias”. Hemos llegado a ser una mano amiga para muchas personas, beneficiando aproximadamente a 22,400 niños - jóvenes y 1,300 familias a través de alianzas de cooperación con los padres de familia comprometidos con el proyecto social, empresas, colegios, instituciones y personas de buena voluntad. Cada historia que hemos tocado me llena de gratitud y esperanza.
Mi sueño es que esta obra perdure más allá de mi tiempo. Aspiro a que la Fundación continúe siendo un faro de luz y apoyo para aquellos que más lo necesitan, asegurando que el amor y la solidaridad que hemos sembrado sigan floreciendo en las generaciones futuras. Juntos, podemos construir un mundo mejor, y estoy agradecida por cada paso en este camino.